La
tiroides es una glándula pequeña con forma de mariposa, ubicada en la base del
cuello, por delante de la tráquea. La glándula tiroides es el “controlador maestro”
del metabolismo. Los problemas tiroideos se hacen muy comunes a medida que
envejecemos y las mujeres añosas son particularmente vulnerables.
¿Qué son las disfunciones tiroideas?
Si su
tiroides tiene una disminución de su actividad, produce una cantidad
insuficiente de hormona tiroidea, provocando un trastorno denominado hipotiroidismo.
La persona
con hipotiroidismo hace un uso más lento de su energía y su metabolismo también
se enlentece. Sin embargo, si su tiroides tiene una actividad excesiva, produce
demasiada hormona tiroidea que pasa al torrente sanguíneo, derivando en una
afección conocida como hipertiroidismo, que acelera el metabolismo. El
hipotiroidismo es más común que el hipertiroidismo a lo largo de la vida.
Hipotiroidismo
Los
signos y síntomas del hipotiroidismo son similares a otros problemas médicos
comunes y a los signos del envejecimiento, por lo que es frecuente que la
enfermedad pase desapercibida. Los síntomas pueden aparecer en el transcurso de
un período prolongado de tiempo y no notarse.
Entre las modificaciones que se debe buscar
en el organismo se incluyen:
• Fatiga,
somnolencia y / o debilidad
•
Intolerancia al frío (no puede tolerar el frío como la gente a su alrededor)
•
Pérdida de memoria
•
Aumento de peso o mayor dificultad para adelgazar (a pesar de una dieta y
ejercicio razonables)
•
Depresión
•
Constipación
• Dolor
articular o muscular
•
Cabello o uñas finos y quebradizos y / o piel seca y descamante
La
gente tiene que conocer los signos de hipotiroidismo, ya que inclusive los
casos leves en los que la persona tiene pocos síntomas o síntomas vagos
(conocido con el término médico de hipotiroidismo subclínico) puede, de no ser
tratado, llevar a una enfermedad más grave.
Estos
síntomas pueden incluir una frecuencia cardíaca tan lenta que puede llegar al
coma, hipertensión y niveles de colesterol elevados, (factores de riesgo
significativos para enfermedad cardíaca) y enfermedad de Alzheimer (aumento del
riesgo en la mujer).
El
tratamiento del hipotiroidismo se mantiene igual a lo largo de la vida. La
finalidad del tratamiento es substituir la hormona tiroidea que falta en el
organismo.
A
menudo los pacientes añosos comienzan con dosis más bajas de levotiroxina, una
hormona tiroidea sintética, para permitirle al cuerpo ajustarse a los niveles
cambiantes de la hormona.
La
dosis se aumenta escalonadamente cada cuatro o seis semanas hasta que los
análisis muestren que los niveles hormonales han vuelto a la normalidad.
Hipertiroidismo
El
hipertiroidismo no es tan común como el hipotiroidismo.
Los síntomas clave que hay que buscar
incluyen los siguientes:
•
Pérdida de peso, aunque el sujeto se alimente normalmente
•
Ansiedad e irritabilidad
•
Frecuencia cardíaca muy acelerada (a menudo más de 100 latidos por minuto)
• Ojos
prominentes, de mirada fija
•
Temblor de manos
• Caída
de cabello
•
Sensación de debilidad
•
Aumento de la frecuencia de las deposiciones
•
Crecimiento muy rápido de las uñas
• Piel
fina y muy lisa
•
Sudoración mayor a la normal
•
Menstruaciones anormales
El
hipertiroidismo no tratado puede provocar desde una arritmia cardíaca (ritmo
irregular de las contracciones del músculo cardíaco) hasta ataques al corazón.
Además,
si usted es mujer y ha pasado la menopausia, tenga en cuenta que el
hipertiroidismo aumenta su riesgo de presentar osteoporosis (pérdida de la masa
ósea) y fracturas potencialmente fatales.
A
cualquier edad, el tratamiento del hipertiroidismo es reducir la hormona
tiroidea en el organismo, pero en el paciente añoso debe adaptarse la manera de
lograrlo.
El
tratamiento incluye los medicamentos antitiroideos y la terapia con yodo
radiactivo para bloquear la producción de hormona tiroidea. Sin embargo, a
menudo se considera que la exéresis quirúrgica es demasiado riesgosa.
Se debe
hacer un control muy cuidadoso del tratamiento, ya que las variaciones de los
niveles de hormona tiroidea afectan al corazón.
Es
preocupante que a menudo las disfunciones tiroideas sean pasadas por alto al
llegar a la vejez, debido a que los síntomas son menos visibles que en los
sujetos más jóvenes. También puede ocurrir que se pasen no se preste atención a
los síntomas, considerándolos como ‘tan solo parte del envejecimiento’, planteando
el riesgo de que las personas no obtengan el apoyo esencial y el tratamiento
que necesitan.
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