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viernes, 28 de agosto de 2015

FUMAR Y TIROIDES

FUMAR Y TIROIDES

¿Qué es la tiroides?

 La tiroides es una glándula que se encuentra localizada en la parte delantera del cuello, produce hormonas tiroideas que controlan funciones importantes del cuerpo como temperatura, frecuencia cardiaca, el balance de energía, etc.

¿Qué enfermedades pueden afectar a la tiroides?

Una enfermedad tiroidea puede alterar tanto su estructura como su función. Las enfermedades tiroideas más comunes son:

Hipotiroidismo (deficiencia de hormonas tiroideas).

Hipertiroidismo (exceso de hormonas tiroideas).

Tiroiditis (inflamación de la glándula que a su vez puede producir hipo o hipertiroidismo).

Nódulos tiroideos (crecimiento de una porción de la tiroides).

Bocio (crecimiento generalizado de la glándula).

Pueden presentarse también otras enfermedades. Cada una de ellas debe ser estudiada y tratada por un endocrinólogo para asegurar que su manejo sea adecuado.

¿Existe una relación entre el tabaquismo y las enfermedades tiroideas?

Si. El tabaco afecta a todos los órganos del cuerpo. Aunque los más conocidos suelen ser el corazón y los pulmones, las toxinas que contienen los cigarrillos afectan incluso a la tiroides.

Algunas de estas sustancias como el cianuro son tóxicas en su estado natural, sin embargo al metabolizarse se convierten en compuestos como el tiocianato que tienen un efecto específico sobre la función tiroidea.

No hay una cantidad o tiempo específico de exposición al tabaco y una enfermedad tiroidea. Puede presentarse en personas que fuman poco o durante periodos cortos, así como en personas con tabaquismo intenso. Tampoco se puede predecir qué tipo de enfermedad tiroidea se va a presentar.

¿Quiénes tienen más riesgo de tener enfermedad tiroidea asociada al tabaco?

Todas las personas pueden presentar alguna alteración tiroidea en algún momento de la vida. Sin embargo, es muy frecuente que la enfermedad tiroidea se presente en mujeres, dentro de familias en donde hay personas enfermas, personas que viven en lugares deficientes de yodo, entre otros factores.

Este riesgo se hace aun mayor en las personas que fuman, sobre todo en cantidades y tiempos prolongados. Las personas que ya tienen el diagnóstico de una enfermedad tiroidea y fuman pueden tener síntomas más intensos y difíciles de controlar que las personas que no fuman. El tabaco también aumenta la posibilidad de tener alteraciones oculares asociadas a hipertiroidismo.

¿Cómo puedo saber si tengo una enfermedad tiroidea?
Los síntomas asociados a las alteraciones tiroideas son muy variados y poco específicos.

Los más comunes son:
Cambios importantes de peso en periodos cortos.
Fatiga.
Cambios en la piel.
Periodos de diarrea o estreñimiento sin otra explicación.
Fragilidad de uñas y cabello.
Alteraciones de memoria.

Intolerancia a cambios bruscos de temperatura. Poca resistencia al realizar actividades habituales. Estos son solo algunos de los síntomas que puede presentar y éstos pueden ser comunes también en otras enfermedades, por lo que debe acudir a evaluación por un médico.

Si usted o su médico sospechan que puede tener una alteración tiroidea, se le solicitarán los estudios necesarios para corroborar este problema.

¿Qué ventajas tiene dejar de fumar?

Además de los beneficios conocidos de suspender el cigarrillo, es importante considerar que suspender el tabaco también disminuye sus probabilidades de tener enfermedades tiroideas.

Si usted padece una enfermedad tiroidea, dejar de fumar facilita el control de su padecimiento y evita mayores complicaciones.

La enfermedad tiroidea descontrolada se asocia a riesgo cardiovascular al igual que el tabaquismo. Dejar de fumar reduce su riesgo de infarto de manera significativa.

No lo dude, dejar de fumar puede ser difícil pero si se realiza bajo la supervisión de un grupo especializado en estos problemas puede lograrse con mayor rapidez. Empiece hoy mismo a cuidar su salud.

¿Quién tiene riesgo de cáncer en el tiroides?

¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de tiroides?

Un factor de riesgo es cualquier cosa que afecte las probabilidades de que una persona padezca alguna enfermedad como el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Algunos factores de riesgo, como el fumar, pueden cambiarse. Otros, como la edad de la persona o sus antecedentes familiares, no se pueden cambiar.

Sin embargo, los factores de riesgo no lo indican todo. Presentar uno o incluso varios factores de riesgo no significa que dicha persona tendrá la enfermedad. Además, muchas personas que adquieren la enfermedad pueden tener pocos o ninguno de los factores de riesgo conocidos. Aun cuando una persona con cáncer de tiroides tiene un factor de riesgo, a menudo es muy difícil saber cuánto pudo haber contribuido ese factor de riesgo al cáncer.

Algunos científicos han encontrado unos pocos factores de riesgo que pueden hacer que una persona tenga mayores probabilidades de padecer cáncer de tiroides.

Sexo y edad

Por razones que no están claras, los cánceres tiroideos (al igual que casi todas las enfermedades de tiroides) ocurren alrededor de tres veces más en las mujeres que en los hombres.

El cáncer de tiroides puede ocurrir a cualquier edad. Sin embargo, para las mujeres (quienes con más frecuencia están en las edades de 40 a 59 años al momento del diagnóstico), el riesgo está en su punto más alto a una edad menor que para los hombres (quienes usualmente están en las edades de 60 a 79 años).

Una alimentación baja en yodo

Los cánceres foliculares de tiroides son más comunes en algunas áreas del mundo en las que las dietas de las personas son bajas en yodo. En los Estados Unidos, la mayoría de las personas obtienen suficiente yodo en la alimentación, ya que se le añade a la sal de mesa y a otros alimentos. Una alimentación baja en yodo también puede aumentar el riesgo de cáncer papilar si la persona también está expuesta a radioactividad.

Radiación

La exposición a la radiación es un factor de riesgo probado para el cáncer de tiroides. Las fuentes de tal radiación incluyen ciertos tratamientos médicos y precipitación radiactiva de las armas nucleares o accidentes en plantas energéticas.

Haber recibido tratamientos de radiación dirigidos a la cabeza o al cuello durante la infancia constituye un factor de riesgo del cáncer de tiroides. El riesgo depende de la cantidad de radiación administrada y la edad del niño. En general, el riesgo aumenta cuando se administran mayores dosis y mientras menos edad tenga el paciente al momento del tratamiento.

Antes de los años ’60, se trataba a los niños algunas veces con bajas dosis de radiación para cosas que hoy día no usaríamos radiación, como el acné, infecciones con hongos en el cuero cabelludo, o amígdalas o adenoides agrandadas.

Posteriormente, se descubrió que las personas que se sometieron a estos tratamientos tienen un mayor riesgo de cáncer de tiroides. La radioterapia administrada a los niños para algunos cánceres, como linfoma, tumor de Wilms y neuroblastoma también aumenta el riesgo. Los cánceres de tiroides que se originan después de la radioterapia no son más graves que los otros cánceres de tiroides.

Los estudios por imágenes, tal como las radiografías y las tomografías computarizadas también exponen a los niños a radiación, aunque a dosis mucho más bajas. Por lo tanto, no está claro cuánto podrían aumentar estos estudios el riesgo de cáncer de tiroides (u otros cánceres).

Si existe un aumento en el riesgo, este probablemente sea pequeño, pero por cuestión de seguridad, los niños no deben someterse a estos estudios a menos que sea absolutamente necesario. Cuando estos estudios son necesarios, se debe usar la dosis más baja de radiación que provea una imagen clara.

Varios estudios han señalado un riesgo aumentado de cáncer de tiroides en niños, debido a la precipitación radiactiva de las armas nucleares o accidentes en plantas energéticas.

Por ejemplo, el cáncer de tiroides era muchas veces más frecuente de lo normal en los niños que vivieron cerca de Chernobyl, el lugar donde en 1986 ocurrió un accidente en la planta nuclear que expuso a millones de personas a la radioactividad.

Los adultos que llevaron a cabo la limpieza después del accidente y aquellos que vivieron cerca de la planta también presentaron tasas más elevadas de cáncer de tiroides. Los niños que han tenido más yodo en sus dietas parecían tener un menor riesgo.

Después de las pruebas de armas nucleares en algunos estados del oeste durante los años 50, algo de precipitación radiactiva ocurrió en ciertas regiones de los Estados Unidos.

Esta exposición fue mucho menor que alrededor de Chernobyl. A tales bajos niveles, no se ha probado un mayor riesgo de cáncer de tiroides. Si está preocupado debido a una posible exposición a la precipitación radiactiva, hable sobre esto con su médico.

La exposición a la radiación cuando se es adulto, conlleva mucho menos riesgo de cáncer de tiroides.

Afecciones hereditarias y antecedente familiar

Varias afecciones hereditarias se han asociado con diferentes tipos de cáncer de tiroides, como antecedente familiar. Aun así, la mayoría de las personas que padece cáncer de tiroides no presenta una condición hereditaria o un antecedente familiar de la enfermedad.

Cáncer medular tiroideo

Aproximadamente uno de cada tres carcinomas medulares de tiroides (medullary thyroid carcinomas, MTC) resulta como consecuencia de heredar un gen anormal. Estos casos se conocen como carcinoma medular de tiroides familiar (familial medullary thyroid carcinoma, FMTC). El FMTC puede ocurrir solo, o puede ser visto junto con otros tumores.

La combinación de FMTC con tumores de otras glándulas endocrinas se conoce como neoplasia endocrina múltiple tipo 2 (MEN 2). Existen dos subtipos, la MEN 2a y la MEN 2b: ambos son causados por mutaciones (defectos) en un gen llamado RET.

§   En la MEN 2a, el carcinoma medular de tiroides ocurre con los feocromocitomas (tumores que producen adrenalina) y con los tumores de las glándulas paratiroides.

§   En la MEN 2b, el carcinoma medular de tiroides está asociado con los feocromocitomas y con los crecimientos benignos de los tejidos nerviosos en la lengua y en otros lugares llamados neuromas. Este subtipo es mucho menos común que el MEN 2a.

En estas formas hereditarias del carcinoma medular de tiroides, los cánceres a menudo se generan durante la infancia o en adultos jóvenes y se pueden propagar tempranamente.

El carcinoma medular de tiroides es más agresivo en el síndrome MEN 2b. Si su familia presenta MEN 2a, MEN 2b o FMTC aislado, usted podría tener un riesgo muy alto de carcinoma medular de tiroides. Pregunte a su médico sobre los análisis de sangre regulares o exámenes de ecografía que se hacen para detectar problemas y sobre la posibilidad de hacer pruebas genéticas.

Otros cánceres de tiroides

Las personas con ciertas afecciones médicas hereditarias tienen un mayor riesgo de formas más comunes de cáncer de tiroides. Se observan tasas más altas de cáncer de tiroides en aquellas personas con afecciones genéticas poco comunes, tales como:

Poliposis adenomatosa familiar (FAP): las personas con este síndrome tienen muchos pólipos en el colon y tienen un riesgo muy alto de padecer cáncer de colon. Además, presentan un riesgo aumentado de algunos otros cánceres, incluyendo cáncer papilar de tiroides.

El síndrome de Gardner es un subtipo de FAP en el cual los pacientes también tienen ciertos tumores benignos. Tanto el síndrome de Gardner, como la FAP son causados por defectos en el genAPC.

Enfermedad de Cowden: las personas con este síndrome tienen un riesgo aumentado de problemas con la tiroides y ciertos crecimientos benignos (incluyendo algunos llamados hamartomas).

También tienen un riesgo aumentado de padecer cánceres de tiroides, úteromama, así como algunos otros. Los cánceres de tiroides tienden a ser del tipo papilar o folicular. Este síndrome es causado con más frecuencia por defectos en el gen PTEN. También se conoce como síndrome de hamartomas múltiples y síndrome de hamartoma tumoral PTEN.

Complejo de Carney, tipo I: las personas que padecen este síndrome pueden presentar un número de tumores benignos y problemas hormonales. También tienen un riesgo aumentado de padecer cáncer papilar y folicular. Este síndrome es causado por defectos en el gen PRKAR1A.

Carcinoma familiar de tiroides no medular: el cáncer de tiroides ocurre con más frecuencia en algunas familias, y a menudo se observa a una edad más temprana. A menudo, el tipo de cáncer papilar de tiroides suele ocurrir entre las personas de una misma familia. Se sospecha que los genes que se encuentran en el cromosoma 19 y en el cromosoma 1 causan estos cánceres familiares.

Si usted sospecha que tiene una afección hereditaria, hable con su médico, quien pudiera recomendar asesoría genética si sus antecedentes médicos lo justifican.

Antecedentes familiares: tener un pariente de primer grado (madre, padre, hermana o hija) con cáncer de tiroides, incluso sin que haya un síndrome hereditario conocido en la familia, aumenta su riesgo de cáncer de tiroides. Las bases genéticas para estos cánceres no están totalmente claras.


lunes, 24 de agosto de 2015

Tiroides y diabetes

Diabetes y tiroides

La presente hoja informativa se concentra en el efecto que tienen los trastornos de la tiroides en pacientes diabéticos y las opciones de tratamiento disponibles actualmente para las personas que sufren de trastornos de la tiroides.

Generalidades Sobre la Diabetes

• La diabetes es un trastorno que se caracteriza por la abundancia excesiva de glucosa (azúcar) en la sangre, debido a que el páncreas no produce suficiente insulina (diabetes tipo 1) o la inhabilidad del cuerpo para utilizar la insulina a fin de transportar glucosa a las células (diabetes tipo 2).

Relación Entre la Diabetes y los Trastornos de la Tiroides

• Tanto la diabetes como los trastornos de la tiroides implican una disfunción del sistema endocrino, el cual es un grupo de glándulas que regulan varios aspectos del metabolismo corporal.

• Según estudios, la diabetes y los trastornos de la tiroides se presentan juntos en los pacientes.

• Aproximadamente un tercio de personas con diabetes tipo 1 sufren también de trastornos de la iroides. Esto se debe a que la diabetes tipo 1 al igual que los trastornos de la tiroides más comunes son enfermedades autoinmunes, las cuales son enfermedades en las que el sistema inmune ataca una glándula u órgano del cuerpo.

• Las personas con enfermedades autoinmunes corren mayor riesgo que la población general de desarrollar otras enfermedades autoinmunes como enfermedad de Addison, anemia perniciosa, artritis reumatoide o lupus.

• Los trastornos de la tiroides también son comunes en la diabetes tipo 2, debido a que ambas enfermedades ocurren más frecuentemente a medida que las personas envejecen.

La Glándula Tiroides: Datos Básicos

• La tiroides es una glándula en forma de mariposa ubicada en la base del cuello, a uno u otro lado de la traquea. Produce y libera la hormona tiroidea.

• La hormona tiroidea afecta todas las células del cuerpo y controla la mayor parte de las funciones corporales.

• La glándula pituitaria o hipófisis y el hipotálamo, en el cerebro, regulan la cantidad de hormona tiroidea que produce la tiroides.

• La glándula pituitaria libera hormona estimulante de la tiroides (TSH) la cual ordena a la tiroides a producir más hormona tiroidea. Al detectar la cantidad correcta de hormona tiroidea en el cuerpo, la glándula pituitaria disminuye la producción dicha hormona.

• Para evaluar el funcionamiento de la glándula tiroidea, los médicos miden los niveles de TSH.

• La baja producción de hormona tiroidea causa una condición llamada hipotiroidismo; la producción excesiva de hormona tiroidea causa una condición llamada hipertiroidismo.

Hipotiroidismo e Insuficiencia Tiroidea Leve

• Un paciente con hipotiroidismo puede presentar los siguientes síntomas: fatiga, sensación de frío, pulso lento y depresión.

• La insuficiencia tiroidea leve es un tipo leve de hipotiroidismo. En los pacientes con insuficiencia tiroidea leve, los niveles de la hormona tiroidea son normales pero el nivel de TSH es elevado.

• A menudo los pacientes con insuficiencia tiroidea leve no presentan signos obvios, pero si esta condición no se trata podría degenerar en hipotiroidismo.

Hipertiroidismo e Hipertiroidismo Leve

• Los pacientes con hipertiroidismo pueden presentar los siguientes síntomas: inquietud, nerviosismo, pulso acelerado y pérdida de peso involuntaria.

• Los pacientes con hipertiroidismo leve tienen niveles normales de la hormona tiroidea y un nivel reducido de TSH.
Si no se trata el hipertiroidismo leve, la condición podría degenerar en hipertiroidismo, el cual puede causar consecuencias potencialmente serias como trastornos cardiovasculares.

Cómo Afectan los Trastornos de la Tiroides Subyacentes en el Control de la Diabetes

• Los trastornos de la tiroides pueden tener un gran impacto en la regulación de la glucosa y si éstos no son tratados pueden afectar el control de la diabetes.

• El hipotiroidismo puede disminuir el requisito de insulina en pacientes diabéticos y el hipertiroidismo puede empeorar la tolerancia o el control de la glucosa.

• Los trastornos de la tiroides subyacentes a veces no son diagnosticados puesto que sus signos y síntomas son similares a los de la diabetes y pueden pasarse por alto o atribuirse a otras condiciones médicas. Los síntomas de hipotiroidismo son comunes en pacientes con diabetes tipo 2 y los síntomas de hipertiroidismo pueden atribuirse a un control diabético pobre en pacientes con diabetes tipo 1.

La Prueba TSH se Recomienda a los Pacientes Diabéticos

• Debido a la relación que existe entre la diabetes y los trastornos de la tiroides, la Asociación Estadounidense de Diabetes recomienda que las personas diabéticas se sometan a una prueba de trastornos tiroideos. La TSH, que mide la cantidad de THS que se produce en el cuerpo, es la mejor prueba de función tiroidea.

• Con una prueba TSH el médico podrá determinar el alcance de la función tiroidea. Un nivel elevado de TSH podría ser indicación de hipertiroidismo; un nivel de TSH por debajo de lo normal podría ser indicación de hipotiroidismo.

Opciones Para el Tratamiento de los Trastornos de la Tiroides

• El hipotiroidismo puede tratarse con una terapia de sustitución de hormona tiroidea, generalmente con una hormona sintética llamada levotiroxina sódica.

El paciente continuará con el tratamiento por el resto de su vida, y el médico monitoreará los niveles de TSH una vez al año después de determinar la dosis correcta.

• Puesto que el hipotiroidismo puede disminuir el requisito de insulina en pacientes diabéticos, es probable que deba ajustarse la dosis de insulina del paciente.

• Los pacientes en terapia de sustitución de hormona tiroidea no deben cambiar la marca del medicamento sin consultar primero con su médico.

Deberán reportar al médico síntomas de fatiga, subida de peso o cualquier otro signo de hipotiroidismo ya que esto indicar que necesita un cambio de dosis. Los pacientes no deben descontinuar nunca su terapia de sustitución de hormona tiroidea sin consultar primero con su médico.

• Los pacientes con hipertiroidismo cuentan con tres opciones de tratamiento. Los pacientes pueden tomar fármacos antitiroideos, los cuales enlentecen la producción de hormona tiroidea. Los pacientes pueden recibir terapia de yodo radioactivo, la cual destruye las células tiroideas a fin de reducir la producción de hormona tiroidea. La tercera opción es la extirpación quirúrgica de la glándula tiroides.

• Puesto que el hipertiroidismo puede afectar el control de la cantidad de glucosa en la sangre, su tratamiento podría ayudar a regular el nivel de glucosa en la sangre.

• Después de un tratamiento de hipertiroidismo, algunos pacientes pueden desarrollar hipotiroidismo.

Más Información

• Los pacientes que deseen obtener mayor información, deben comunicarse con su médico endocrinólogo.

Preguntas al médico ante un cáncer de tiroides

Antes de empezar el tratamiento, tal vez usted querrá hacer estas preguntas al médico:

¿Qué tipo de cáncer de tiroides tengo? ¿Me puede dar una copia del informe del patólogo?

¿Cuál es el estadio o etapa de mi enfermedad? ¿Se ha diseminado el cáncer a otras partes del cuerpo? Si es así, ¿adónde?

¿Cuáles son mis opciones de tratamiento? ¿Cuál me recomienda? ¿Recibiré más de un tipo de tratamiento?

¿Cuáles son los beneficios esperados de cada tipo de tratamiento?

¿Cuáles son los riesgos y los efectos secundarios posibles de cada tratamiento? ¿Cómo se pueden controlar los efectos secundarios?

¿Qué puedo hacer como preparación para el tratamiento?

¿Tendré que quedarme en el hospital? Si es así, ¿por cuánto tiempo?
¿Cuánto costará el tratamiento? ¿Cubre mi plan de seguro médico este tratamiento?

¿Cómo afectará el tratamiento mis actividades normales?

¿Qué posibilidades tengo de recuperarme completamente?


¿Sería adecuado para mí un estudio clínico? 

Seguimiento del cáncer de tiroides

Cuidados de seguimiento

Después del tratamiento para cáncer de tiroides, usted va a necesitar exámenes regulares de control (cada año). Los exámenes ayudan a asegurar que se tenga en cuenta y se trate cualquier cambio en la salud si es necesario. Si usted tiene algún problema de salud entre sus citas médicas, comuníquese con el doctor.

El cáncer de tiroides puede regresar después del tratamiento. Su médico revisará que no haya una recurrencia (recidiva) del cáncer.

Los exámenes pueden incluir análisis de sangre y exploraciones con imágenes, tales como una ecografía del cuello.

Las pruebas dependen del tipo de cáncer de tiroides que usted tenga:

Papilar o folicular:

Después del tratamiento para el cáncer tiroideo papilar o folicular, las personas se hacen una ecografía de cuello, una exploración de cuerpo entero o análisis de sangre para revisar las concentraciones de TSH y de tiroglobulina.

Si se extirpó la tiroides, no debe haber tiroglobulina en la sangre o debe ser muy poca. Una alta concentración de tiroglobulina puede significar que el cáncer de tiroides ha regresado.

Antes de un análisis de tiroglobulina o de una exploración de cuerpo entero, será necesario que reciba una inyección de TSH o que deje de tomar su píldora de hormona tiroidea durante aproximadamente seis semanas.

Medular:

Después del tratamiento para cáncer de tiroides medular, las personas se hacen análisis de sangre para revisar la concentración de calcitonina y de otras sustancias.

Los exámenes pueden incluir también una ecografía del cuello, una tomografía computarizada u otras pruebas con imágenes.

Anaplásico:

Después del tratamiento para el cáncer anaplásico de tiroides, las personas pueden hacerse estudios con imágenes, como una radiografía del pecho o una tomografía computarizada.

Puede querer hacer estas preguntas a su médico después de terminar el tratamiento:

¿Con qué frecuencia necesitaré exámenes de control?
¿Qué otras pruebas de seguimiento me sugiere? ¿Necesito evitar la sal yodada u otras fuentes de yodo antes de estas pruebas?
Entre las citas de control, ¿qué problemas de salud o síntomas deberé comunicarle?


Yodo radiactivo en cáncer tiroideo

Terapia de yodo radiactivo

La terapia de yodo radiactivo con I-131 es un tratamiento para el cáncer papilar o folicular de tiroides. Destruye las células de cáncer tiroideo y las células tiroideas normales que permanecen en el cuerpo después de la cirugía.

Las personas con cáncer medular o anaplásico de tiroides generalmente no reciben terapia con I‑131. Estos tipos de cáncer tiroideo rara vez responden a la terapia con I-131.

Durante una o dos semanas antes del tratamiento, será necesario que siga una dieta especial. Evite el pescado (especialmente los mariscos), las algas, la sal yodada, la leche, el yogur, el helado, el tocino, el jamón y otros alimentos con yodo. No tome píldoras de vitaminas ni fármacos que tengan yodo.

Debido a que algunas exploraciones con imágenes (tal como la tomografía computarizada) usan yodo en el material de contraste, informe a su médico si le hicieron una tomografía computarizada u otro estudio de imágenes en los últimos 6 meses.

Para el tratamiento, usted ingerirá una o más cápsulas o un líquido que contiene I-131. Incluso las personas que son alérgicas al yodo pueden recibir la terapia con I-131 sin peligro. El I-131 ingresa en el torrente sanguíneo y viaja hacia las células de cáncer tiroideo en todo el cuerpo. Cuando las células de cáncer tiroideo absorben suficiente I-131, mueren.

Muchas personas reciben la terapia con I-131 en una clínica o en un sector ambulatorio de un hospital y después pueden irse a sus casas. Otras personas tienen que permanecer en el hospital durante uno o más días.

La mayor parte de la radiación del I-131 desaparece en aproximadamente una semana. A las 3 semanas, solo quedan rastros de radiación en el cuerpo.

Durante el tratamiento, usted puede ayudar a proteger su vejiga y los demás tejidos sanos tomando mucho líquido. Tomar líquido ayuda a eliminar el I-131 del cuerpo más rápidamente.

Algunas personas tienen nauseas leves el primer día de terapia con I-131. Unas pocas tienen hinchazón y dolor en el cuello donde quedan células tiroideas. Si las células cancerosas de la tiroides se diseminan fuera del cuello, esas áreas pueden doler también.

Su boca puede estar seca o le puede faltar el sentido del gusto o del olfato por un periodo corto de tiempo después de la terapia con I-131. La goma de mascar o los caramelos pueden ayudarle.

Un efecto secundario poco común en los hombres que reciben una dosis alta de I-131 es la infecundidad. En las mujeres, la terapia con I-131 puede no causar la infecundidad, pero algunos médicos recomiendan que las mujeres traten de no embarazarse durante un año después de dosis altas de terapia con I-131.

Los investigadores han informado que un corto número de pacientes pueden padecer un segundo cáncer después del tratamiento con una dosis alta de I-131.

Debido a que una dosis alta de I-131 destruye también las células tiroideas normales, usted va a necesitar tomar píldoras de hormona tiroidea después de este tratamiento para reemplazar la hormona natural.

Usted querrá hacer estas preguntas a su médico antes de recibir terapia con I-131:

¿Por qué necesito este tratamiento?
¿Cuál será su efecto?
¿Qué puedo hacer como preparación para este tratamiento? ¿Qué alimentos y fármacos debo evitar? ¿Por cuánto tiempo?
¿Tendré que internarme en el hospital para recibir este tratamiento? Si es así, ¿por cuánto tiempo?
¿Cómo protejo a mis familiares y a las demás personas de la radiación? ¿Por cuántos días?
¿Causará efectos secundarios la terapia con I-131? ¿Qué puedo hacer yo para eso?

¿Qué posibilidad hay de que me administren nuevamente terapia con I-131 en el futuro? 

Tratamiento hormonal y cáncer tiroideo

Tratamiento de hormona tiroidea

Después de la cirugía para extirpar una parte o toda la tiroides, la mayoría de las personas necesitan tomar píldoras para reemplazar la hormona tiroidea natural.

Sin embargo, las píldoras de hormona tiroidea se usan también como parte del tratamiento para el cáncer papilar o folicular tiroideo. Las hormonas tiroideas retrasan el crecimiento de las células cancerosas de la tiroides que permanecen en el cuerpo después de la cirugía.

Aunque las píldoras de hormona tiroidea casi nunca causan efectos secundarios, el exceso de hormona tiroidea puede hacer que adelgace y que sienta calor y sude.

La hormona tiroidea en exceso puede también causar un ritmo cardíaco acelerado, dolor en el pecho, calambres y diarrea. Muy poca hormona tiroidea puede hacer que aumente de peso, que sienta frío y cansancio, y que su piel y el cabello se resequen.

Si tiene efectos secundarios, informe a su médico. Su médico puede ordenarle un análisis de sangre para asegurarse de que está tomando la dosis correcta de hormona tiroidea.

Usted querrá hacer estas preguntas a su médico antes de tomar hormona tiroidea:

¿Por qué necesito este tratamiento?
¿Cuál será su efecto?

¿Por cuánto tiempo seguiré este tratamiento?

Cirugía y cáncer de tiroides

Cirugía y cáncer de tiroides

A la mayoría de las personas con cáncer de tiroides se les hace cirugía. El cirujano extirpa toda la tiroides o solo una parte.

Usted y su cirujano pueden conversar acerca de los tipos de cirugía y de cuál puede ser el adecuado para usted.

Extirpación de toda la tiroides:

Esta cirugía se puede usar para todos los tipos de cáncer tiroideo. El cirujano extirpa la tiroides por medio de una incisión en el cuello. Si alguna parte del tejido tiroideo no se puede extirpar, puede destruirse después por medio de terapia con yodo radiactivo.

El cirujano puede extirpar también los ganglios linfáticos cercanos. Si el cáncer ha invadido el tejido dentro del cuello, el cirujano puede extirpar ese tejido tanto como sea posible. Si el cáncer se ha diseminado afuera del cuello, el tratamiento de esas zonas puede incluir cirugía, terapia de yodo radiactivo y radioterapia externa.

Extirpación de un lóbulo:

A algunas personas con cáncer folicular o papilar tiroideo se les puede extirpar un tumor pequeño de una parte de la tiroides. El cirujano extirpará un lóbulo y el istmo.

A algunas personas a las que se les extirpa un lóbulo, más tarde se les hace una segunda operación para extirpar el resto de la tiroides. Muy pocas veces, el resto del tejido tiroideo es destruido por medio de la terapia de yodo radiactivo.

Es normal sentir cansancio o debilidad por un tiempo después de la cirugía para cáncer tiroideo. El tiempo que se lleva para curarse es diferente para cada persona.

Es posible que sienta dolor y malestar durante los primeros días. Los medicamentos pueden ayudar a controlar su dolor. Antes de la cirugía, usted deberá discutir el plan de alivio del dolor con su médico o enfermera. Después de la cirugía, su médico puede ajustar el plan si usted necesita más alivio.
La cirugía para el cáncer de tiroides extirpa las células que producen hormona tiroidea. Después de la cirugía, la mayoría de las personas necesitan tomar píldoras para reemplazar la hormona tiroidea natural. Usted podrá necesitar tomar las píldoras de hormona tiroidea por el resto de su vida.

Si el cirujano extirpa las glándulas paratiroides, es posible que usted necesite tomar calcio y vitamina D por el resto de su vida.

En pocas personas, la cirugía puede dañar algunos nervios o músculos. Si esto ocurre, la persona puede tener problemas con su voz o un hombro puede estar más bajo que el otro.

Usted querrá hacer las siguientes preguntas al médico antes de someterse a cirugía:
¿Qué tipo de cirugía me recomienda?
¿Será necesario extirpar algunos de mis ganglios linfáticos? ¿Me extirparán las glándulas paratiroides u otros tejidos? ¿Por qué?
¿Cuáles son los riesgos de la cirugía?
¿Cuántas operaciones de cáncer tiroideo ha hecho usted?
¿Cómo me sentiré después de la operación? Si tengo dolor, ¿cómo será controlado?
¿Cuánto tiempo tendré que permanecer en el hospital?
¿Cómo se verá mi cicatriz?
¿Tendré efectos secundarios duraderos?
¿Necesitaré tomar píldoras de hormona tiroidea? Si es así, ¿cuándo empezaré a tomarlas? ¿Necesitaré tomarlas por el resto de mi vida?

¿Cuándo puedo regresar a mis actividades normales?

Cáncer de la tiroides

¿Qué es el cáncer de la tiroides?

La glándula tiroides está situada en la parte anterior del cuello, justo debajo de la laringe. Produce las hormonas que regulan la forma en que el cuerpo usa energía (su metabolismo).

El cáncer de la tiroides ocurre cuando se forman tumores (también conocidos como nódulos) en la glándula tiroides.

La mayoría de los nódulos (entre 90 y 95%) son benignos (no cancerosos), pero los que son cancerosos pueden propagarse por todo el cuerpo y afectar la expectativa de vida. La mayoría de pacientes con cáncer de la tiroides no tienen síntomas.

¿Qué causa el cáncer de la tiroides y quién está a riesgo?

Se desconoce la causa exacta del cáncer de la tiroides pero las personas que reúnen ciertos factores de riesgo (o sea, que aumenta la posibilidad de contraer una enfermedad o condición) tienen mayor probabilidad de contraer la enfermedad.

Estos factores de riesgo incluyen:

Tratamientos de irradiación de la cabeza, cuello, o tórax, especialmente en la infancia (pero no las radiografías diagnósticas tales como las dentales).
• Antecedentes familiares de cáncer de la tiroides (especialmente el cáncer medular de la tiroides)
• Ser mujer
• Tener más de 40 años

El tener un factor de riesgo no significa que usted va a tener cáncer de la tiroides; algunas de las personas que contraen la enfermedad no tienen ninguno de los factores de riesgo. No obstante, es una buena idea hablar de su posible riesgo con el médico.

¿Cuáles son los diferentes tipos de cáncer en la tiroides?

El cáncer papilar es el tipo más común.

Aproximadamente 8 de cada 10 personas (o sea, un 80%) con cáncer de la tiroides sufren de este tipo, el cual crece muy lentamente y suele extenderse a los nódulos linfáticos en el cuello. Es raro que se extienda a los pulmones o a los huesos. Afecta a las mujeres tres veces más que a los hombres y el paciente típico tiene de 30 a 50 años. Si se descubre cuando el tumor es pequeño (menos de 13 mm [1/2 pulgada]), el porcentaje de personas curadas es bastante alto (casi 100% en pacientes jóvenes).

El cáncer folicular es el segundo tipo más común (entre 10 y 15% de los casos).

Este tipo de cáncer raramente se propague a los ganglios linfáticos o se extiende a puntos distantes (a los pulmones o a los huesos). Afecta a las mujeres tres veces más que a los hombres y el paciente típico tiene de 40 a 60 años. Si se descubre cuando el tumor es pequeño (menos de 19 mm [1/2 pulgada]), el porcentaje de personas curadas es bastante alto (casi 95% en pacientes jóvenes). El porcentaje que se cura es un poco menos en la gente de mayor edad.

El cáncer medular es mucho menos común (aproximadamente un 5% de los casos).

En general, la tasa de supervivencia a los 10 años es de 90% cuando la enfermedad se limita a la glándula tiroides, de 70% cuando se ha extendido a los ganglios linfáticos en el cuello y de 20% cuando se ha extendido a lugares distantes (por ej., el hígado, los huesos, el cerebro). Este tipo de cáncer es hereditario y requiere evaluación para determinar si otros miembros familiares están a riego.

El cáncer anaplástico es el menos común (aproximadamente 1 a 2% de los casos) y el más agresivo.

Es común que el cáncer regrese después del tratamiento y hay poca posibilidad de sobrevivir más de 6 a 12 meses. Afecta a más hombres que mujeres, principalmente a personas mayores de 65 años. Es muy raro en pacientes jóvenes.

¿Cómo se diagnostica el cáncer de la tiroides?

Es posible que usted se encuentre un nódulo o que lo descubra su médico.

La manera más fiable para diagnosticar si tiene cáncer de la tiroides es con una aspiración de aguja fina. Esta prueba usa una aguja fina en el nódulo para extraer muestras del líquido con el fin de examinarlas bajo un microscopio. Esta prueba es muy exacta para identificar los nódulos cancerosos o “sospechosos” e identificar el tipo de cáncer.

Aunque un examen de sangre es importante para evaluar la función de la tiroides, raramente estos son anormales en pacientes con cáncer a la tiroides.

¿Cómo se trata el cáncer de la tiroides?

Su tratamiento puede variar, según el tipo de cáncer y de qué tanto se ha propagado.

Los tratamientos incluyen:

Cirugía. Su cirujano le quita parte o toda la glándula tiroides y posiblemente los ganglios linfáticos que están alrededor.
Después de la cirugía es probable que tenga que tomar hormona tiroidea por el resto de su vida para reemplazar la que le ha dejado de producir la glándula.

Terapia de yodo radioactivo. Este tratamiento consiste en tomarse una cantidad pequeña de yodo radioactivo para destruir el tejido tiroideo que no ha sido extirpado con la cirugía. Este tratamiento también puede tratar el cáncer de la tiroides que se ha propagado a los ganglios linfáticos y a
otras partes del cuerpo.

Irradiación externa. Para matar las células cancerosas y reducir el tamaño de los tumores; la irradiación se envía a los ganglios desde una fuente externa al cuerpo. Algunos pacientes, especialmente los que tienen cáncer avanzado y no pueden resistir la cirugía pueden beneficiarse de la irradiación externa.

Quimioterapia. Este es el uso de los medicamentos para tratar de matar las células cancerosas. La quimioterapia puede ser de beneficio para los pacientes que tienen cáncer anaplástico de la tiroides, pero es raramente utilizada para tratar otros tipos de cáncer de la tiroides.

¿Qué debe hacer con esta información?


Si usted tiene un nódulo en la tiroides visite a un endocrinólogo (especialistas en condiciones relacionadas a las hormonas) para obtener un diagnóstico. Si tiene cáncer de la tiroides, su endocrinólogo trabajará con usted para administrar su tratamiento. Es importante que continúe el tratamiento recomendado y las visitas de seguimiento para asegurar un resultado saludable.